"En la penumbra, una figura se mueve cortando el fondo azul del amanecer incipiente. Deja pasos rápidos sobre un camino empolvado. Siente el calor de su propio sudor. No mira atrás. No hay retorno."
Una antigua mansión rural dejada en herencia que es destrozada por misteriosos ladrones, una carta con un poema en griego antiguo, personajes con algo que esconder, alguien que huye y aparece muerto al poco tiempo....
Estos son algunos de los elementos que conforman esta pieza, magníficamente ambientada; con protagonistas esbozados en forma simple aunque con pequeños detalles que los hace interesantes; y una prosa plena de imágenes que nos brinda la posibilidad, nada menos, de seguir la ágil lectura como si la estuviéramos viendo o viviendo.
Aunque hay un inspector de policía, son distintas situaciones las que, como piezas de un puzzle, ayudan a resolver el misterio.
No faltan algunas alusiones literarias - Emily Dickinson y Agatha Christie -; al arte y la cultura antigua; al cine, con dos películas clásicas a las que se alude pero que no parecen gustarle a la protagonista; algún toque de humor e ironía; un hilo romántico sin sorpresas, y un final acorde al estilo y a la trama.
En síntesis, una muy disfrutable opción de lectura que, desde ya, recomendamos.
"La neblina invadió la noche. Era una nube densa que no dejaba ver más allá de un par de metros. resplandores fugaces surgían a ratos por el lado de la calle, cuando las luces de los autos se enfrentaban al abismo gris. El resto, solo vacío."